Eulogio Moya espera pacientemente que la cosechadora descargue las últimas toneladas de grano de soya en su tractocamión,. Está en un campo de 50 hectáreas que Paulino Sánchez tiene en el municipio de Cuatro Cañadas, en Santa Cruz. El transportista tendrá que llevar la carga hasta la industria oleaginosa Inolsa, a 50 kilómetros de allí, en el municipio de Pailón.
Así empieza “la ruta de la soya”, el denominativo que dieron los ejecutivos de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) a un recorrido que se realizó la semana pasada, en detalle, cómo funciona esta cadena que empieza en los campos de cultivo, pasando por la industria que produce aceite comestible y harina de soya para alimentar a los sectores pecuarios, hasta llegar la mesa de los hogares bolivianos.
De acuerdo con distintos estudios, la cadena de la soya genera entre 120 mil y 150 mil empleos directos e indirectos. La producción se concentra en un 97% en el departamento de Santa Cruz y en 2025 se prevé cosechar 2,3 millones de toneladas, de las cuales 800 mil están destinadas al mercado interno y el resto se tiene que exportar, ya sea en grano, torta, o aceites refinados o sin refinar.
Sin embargo, esta ruta tiene un sinnúmero de baches y el último en crearse fue el veto a las exportaciones del grano, establecido en enero por el Gobierno, con el pretexto de que el mercado interno no está abastecido y que el precio del aceite comestible se encareció por la escasez.
Los baches en el camino
Uno de los baches más grandes es la falta de diésel. Eulogio Moya indicó que cuando la provisión del combustible era regular, hacía hasta cuatro viajes por semana entre el campo y la industria; actualmente apenas hace dos, porque el resto del tiempo lo pasa haciendo fila en los surtidores.
“Anoche, por ejemplo, me he amanecido haciendo cola y esta mañana pude cargar y me vine directo aquí al chaco para llevar la soya”, detalló el transportista, quien además señaló que el encarecimiento de los repuestos para su vehículo merma las ganancias.
En ello coincidió Paulino Sánchez, quien también ha padecido por la sequía de 2024 que redujo la producción del ‘grano de oro’. “Desde 20 años atrás yo he solicitado que haya nuevos eventos (transgénicos) de soya (…). El Gobierno nos prohíbe sembrar con biotecnología en soya, maíz o trigo y, sin embargo, cuando falta el producto importa transgénicos desde Argentina”, expresó el productor de Cuatro Cañadas.
Al mismo tiempo, señaló que debido a los efectos climáticos, el encarecimiento de los agroquímicos y la falta de diésel, la afectación a la cosecha es del 50%. “Pero eso no es todo, también otra preocupación grande de los productores, es que el gobierno siempre nos cierra las exportaciones”, lamentó Sánchez.
La puerta cerrada
El presidente de Anapo, Fernando Romero, manifestó su satisfacción porque el presente año se proyecta una cosecha 50% mayor que la del año pasado, lo que puede generar unos $us 1.500 millones en exportaciones durante las campañas de verano e invierno.
Sin embargo, el Gobierno mantiene la prohibición a las exportaciones del grano. “Esperemos que el gobierno recapacite y de una vez levante el veto. Creo que es fundamental porque hay excedentes y necesitamos esa liberación para poder exportar como todo el mundo”, consideró.
El ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Yamil Flores, reconoció el pasado miércoles que este año se tendrá buena producción de soya y que se “está evaluando” el impacto de las inundaciones sobre los cultivos. Anunció que en unos 10 días más se analizará el levantamiento de la prohibición.
Transformación de la soya
La planta de Industrias Oleaginosas Santa Cruz (Inolsa), ubicada en Pailón, donde se produce aceite y torta de soya para el mercado interno y de exportación. Fernando Soria, gerente de planta, detalló que la factoría genera más de 300 empleos directos y más de 1.000 indirectos.
Ponderó la producción de la harina ‘+47’, que está dirigida a la elaboración de alimento balanceado para pollos, cerdos y vacunos en confinamiento. También exporta 100 toneladas de aceite y el 60% de las 1.000 toneladas de la torta de soya que se produce diariamente. Las exportaciones están dirigidas a Ecuador, Chile y Perú; el aceite llega hasta Europa.
Y la industria avícola es una de las que más demanda la torta de soya. El gerente de la Asociación de Avicultores de Santa Cruz (ADA), Boris Paz, explicó que el sector demanda 400 mil toneladas anuales de torta de soya, 900 mil toneladas de maíz y 300 mil toneladas de sorgo para alimentar unos 260 millones de aves que se producen anualmente en el país.
“El 65% de nuestros costos de producción es el alimento balanceado, entonces para el sector avícola es fundamental la producción de la soya”, dijo Paz.
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