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En 2024 se incendiaron 14 millones de hectáreas a nivel nacional más de la mitad en zonas boscosas

MEDIOAMBIENTE
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Ante la ausencia de información oficial y la gravedad de los incendios forestales de la pasada gestión y, a través del monitoreo satelital con el sensor Modis Terra, un equipo conformado por expertos en geomática ambiental, trabajó en la consolidación de datos sobre estos siniestros.

Hasta el 30 de septiembre de 2024, la Fundación Tierra había monitoreado un daño de diez millones de hectáreas a escala nacional, pero los incendios continuaron incluso hasta diciembre.

El resultado de las pesquisas, arrojó 14.047.301 de hectáreas quemadas. Se trata de la mayor devastación ambiental en la historia de Bolivia. De esta cifra, más de 8 millones de ha tenían cobertura boscosa; y 4,3 millones de ha eran sabanas y pastizales.

En cuanto a las regiones, igual que como ocurre desde 2019, Santa Cruz fue el departamento más afectado, con un área quemada de 9.149.469 de ha; seguido de Beni, con 3.888.879 de ha. También sufrieron la agresión del fuego La Paz, en el norte de ese departamento, zona amazónica, donde ardieron 492.182 de ha; y Pando, con 171.616 de ha, y donde actualmente se está socializando el cambio en el Plan del Uso del Suelo (PLUS).

Ya en septiembre del año pasado se evidenció que las zonas más agredidas por el fuego eran los territorios indígenas (TCO/TIOC), reservas forestales y áreas protegidas (AP) nacionales y subnacionales, tendencia que se mantuvo, ya que la labor del equipo de expertos en geomática verificó un grave daño a estas reservas naturales de la biodiversidad.

Al Área Natural de Manejo Integral (ANMI) San Matías es al que peor le fue en 2024, con incendios en 1.664.065 de ha quemadas, más de la mitad de su superficie. Es la segunda área protegida más grande del país, después del Parque Nacional Kaa Iya, y una de las más presionadas por los cambios de uso del suelo con desmontes, y por la minería legal e ilegal.

En la Chiquitania, el Parque Nacional Noel Kempff Mercado (PNNKM) se quemó como nunca antes. El monitoreo mostró un incendio que abarcó 212.122 ha.

En la misma zona, el área protegida municipal (APM) y reserva Bajo Paraguá, a cargo de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosque y Tierra (ABT) como reserva, y de la Alcaldía de San Ignacio de Velasco, como APM, ardieron 425.099 ha, la mayoría en el mismo extremo sur, tal como viene ocurriendo con Choré, recientemente convertida en ANMI, lo que facilita actividades antrópicas, antes prohibidas.

En Choré, antes reserva y declarada ANMI desde agosto del año pasado, por decreto del presidente Luis Arce, las hectáreas afectadas por los incendios alcanzaron las 189.396, de éstas, más de 112.000 ha fueron en cobertura boscosa.

Juntos, Choré, el Parque Nacional Amboró y la zona del Urubó conforman una fuente de recursos hídricos para varios municipios del departamento, y también de de regulación de la temperatura.

Otra reserva forestal con grandes daños por el fuego es la de Guarayos, además punto de avasallamientos. Allí, el reporte del equipo de expertos en geomática ambiental identificó 357.822 hectáreas quemadas.

En lo que concierne a territorios indígenas, en la TCO Monte Verde se afectó, con distintos grados de severidad, el 80% del casi millón de hectáreas que tiene de superficie: fueron 820.818 las hectáreas por donde pasaron las llamas. En ese lugar, refugio de jaguares, las comunidades viven de sus planes de manejo forestal, y los incendios ocurrieron justo cuando estaban por coronar la escala productiva de la madera, que les permitiría multiplicar ganancias por hacer un manejo sostenible de sus bosques.

Actualmente, el territorio indígena Monte Verde está acechada por la presión de una comunidad menonita colindante que crece a pasos agigantados, y que además alquila tierra a los indígenas de esa TCO, la misma que ya ha sido desmontada.

Al mismo tiempo, el área fiscal aledaña (datos INRA) está siendo desmontada y ocupada en gran escala por nuevos habitantes, tal como corroboró EL DEBER el año pasado en noviembre, cuando hizo una inspección en la zona, por el ingreso a Madrecita, una de las comunidades de la TCO, como parte de una investigación conjunta con la plataforma de investigación Connectas.

Otro informe

El Sistema Mundial de Información sobre Incendios Forestales (GWIS, por sus siglas en inglés), un sistema de seguimiento de incendios alimentado por datos satelitales MODIS y VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite), informó que más de 15 millones de hectáreas se quemaron en Bolivia en 2024, un área más grande que Grecia.

Las estimaciones de emisiones de incendios forestales proporcionadas por el Sistema Global de Asimilación de Incendios del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus, otro sistema alimentado por datos MODIS, estimaron que las emisiones de carbono de los incendios forestales ascendieron a más de 100 megatones, la cifra más alta en las últimas dos décadas.

Sobre estos datos, Ruth Alípaz, de la Contiocap, opinó que lo más triste es que gran parte del daño es a bosques en tierras bajas, lo que en términos de biodiversidad se traduce en pérdida de vida.

Criticó no solo al Gobierno por ser parte del problema, en el afán de ensanchamiento de la superficie productiva, sino también a los candidatos de la arena política por ignorar la realidad ambiental, y además hacer promesas de índole agrícola, ignorando los avisos de la crisis climática.

“Estamos matando toda posibilidad de vida y desde los grandes intereses políticos parece que no se han dado por enterados de esta situación”, lamentó.

Daniela Justiniano, de Alas Chiquitanas, dijo que lo más preocupante son los efectos de esos incendios, que ya se están viviendo, como las sequías y altas temperaturas.

En la misma línea de Alípaz, criticó a los políticos que no tienen propuestas para revertir esto. “Solo piensan en producir y nosotros no podemos estar esperando que ellos hagan propuestas, ¿y cómo piensan producir sin agua en los siguientes años? ¿Acaso los productores son el único sector válido en Bolivia a la hora de ser escuchados?”, cuestionó.

Rafael Cabrera, experto en Remote Sensing y Sistemas de Información Geográfica (SIG), dijo que gracias a creciente disponibilidad de datos satelitales se ha facilitado la observación de la superficie terrestre en diferentes resoluciones espaciales, temporales y espectrales y que, utilizando estos datos, la comunidad universitaria y científica, y la ciudadanía en general, pueden informarse acerca de área quemada de resolución gruesa de series largas de tiempo, que son claves para la evaluación del impacto del incendio, de la recuperación de la vegetación, de la estimación de las emisiones de carbono, etc., que debería ser útil para la gestión y planificación ambiental.

Agregó que con esta tecnología se detecta una gran cantidad de incendios en Bolivia cada año, pero que en 2024 hubo un aumento alarmante, “en junio, julio y septiembre el fuego batió récords, según un análisis de los datos de Modis”, explicó.

 

eldeber.com.bo