01
Lun, Sep

Producir sin destruir, la apuesta que cambia el campo boliviano

PECUARIA
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

En el corazón de los bosques secos de Bolivia, donde la producción agropecuaria tradicionalmente avanza sin pausas sobre territorios ricos en biodiversidad, una nueva propuesta está transformando el modelo económico rural: el Programa Paisaje Productivo Protegido (PPP).

 

La iniciativa, que se implementa desde 2024 en Bolivia y que ya cuenta con una trayectoria de 15 años en Argentina, Paraguay y Chile, busca una sinergia vital entre producción y conservación.

El programa está orientado a propietarios privados, comunidades, empresas, cooperativas y asociaciones que realizan actividades productivas en territorios que incluyen ambientes silvestres con diferentes niveles de conservación. Es decir, se dirige a quienes están en la primera línea del uso del territorio, promoviendo un cambio de paradigma: producir conservando, producir para conservar.

Este enfoque innovador propone una gestión integral del paisaje, combinando áreas productivas agrícolas, ganaderas y forestales con zonas silvestres destinadas a la protección de la biodiversidad. Bajo este modelo, se han logrado proteger hasta ahora 2,7 millones de hectáreas de bosques a nivel internacional y, en Bolivia, son más de 180.000 hectáreas proyectadas, demostrando que es posible generar valor económico sin degradar el medio ambiente.

Las líneas de acción del programa abarcan desde la planificación y gestión territorial hasta el seguimiento ambiental y social, la mejora continua del desempeño socioambiental, la comunicación estratégica y el fortalecimiento de alianzas con diversos actores del territorio. Todo ello se desarrolla dentro del marco del proyecto, integrando los paisajes productivos a los procesos de conservación de los bosques en el oriente y sur de Bolivia.

El Programa

Actualmente, el programa se ejecuta en el bosque seco chiquitano de Santa Cruz y en el bosque chaqueño de Tarija, gracias al trabajo articulado entre la Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano (FCBC) y la ONG Protección del Medio Ambiente Tarija (Prometa), con el respaldo financiero de la Embajada de Suecia y la Unión Europea.

“El proyecto cambia la mirada. Sí se puede producir de manera sostenible y rentable, desmontando menos territorio, mejorando las prácticas productivas y el uso del suelo. Se aprovecha mejor la tierra; el proyecto zonifica y planifica”, afirma Rodrigo Ayala, director de PROMETA, destacando el carácter transformador del programa.

Uno de los pilares del PPP Bolivia en la región chiquitana es la implementación de tecnologías en la ganadería regenerativa, una práctica que combina productividad con conservación. “La implementación de estas tecnologías brinda conocimiento práctico y evidencia sobre los beneficios ambientales, sanitarios y económicos del manejo de recursos hídricos, producción de forraje, genética, monitoreo digital del ganado y nutrición”, explicó Julio César Salinas, coordinador general del programa.

Esta visión de desarrollo productivo con conciencia ambiental se ve reflejada en testimonios como el de Susy Jiménez, propietaria de la hacienda Sunima, ubicada en San Ignacio de Velasco. En su experiencia, el proyecto inició con la definición del plan de ordenamiento predial (POP), que es un estudio detallado sobre qué es apto para producir en el suelo de su propiedad. “Nos brindaron apoyo técnico. Como estamos cerca de la represa de San Ignacio, evaluamos cómo producir sin perjudicar ni al medio ambiente ni a nuestra producción”, relató.

El proceso incluyó la instalación de cámaras trampa para identificar qué especies habitan el predio, además de capacitaciones al equipo de trabajo. Este aprendizaje llevó a un descubrimiento clave: la producción de almendras es compatible con la ganadería. “Las vacas ramonean, se alimentan de la pulpa de la almendra y, a través de lo que desechan, ayudan a sembrar. Así, producimos carne y almendra al mismo tiempo, sin tener que depredar”, explica Jiménez.

Además, esta producción mixta genera empleo local, especialmente para las mujeres de la comunidad, quienes se encargan de recolectar almendras con calidad de exportación. Se trata de una cadena de valor inclusiva, sostenible y adaptada al entorno.

En el municipio de Concepción, otro productor comparte una experiencia transformadora. Gonzalo Aguirre, propietario de la hacienda Nueva Esperanza, destaca que el primer paso fue la construcción de un tanque australiano de bajo costo, con materiales locales y capacidad de 500.000 litros. 

“Este sistema nos permite abastecernos de agua en la casa, redistribuirla en los bebederos del ganado y también contar con una reserva para incendios forestales, gracias a la instalación de hidrantes en puntos estratégicos. Todo funciona con paneles solares y un sistema de bombeo solar, lo que además garantiza agua de mejor calidad que la embotellada y evita que los animales contaminen las fuentes”, comenta.

El apoyo del programa también incluyó capacitaciones al personal de la hacienda como brigadistas contra incendios, así como la implementación de inseminación con semen fresco de toros locales de alta calidad, con un costo mucho menor al del semen congelado. “Con el fresco, a 2 dólares, hemos logrado tasas de preñez del 62% en vaquillas primerizas y 66% en multíparas, mientras que antes, con el congelado, pagábamos 15 dólares y apenas alcanzábamos el 50%”, detalla Aguirre.

Asimismo, adoptaron un sistema de producción forrajera con manejo de silos, lo que les permite asegurar alimento en época de lluvias y almacenar excedentes para los tiempos de escasez. Este cambio, según Aguirre, mejoró la sanidad del hato, la calidad de la carne y redujo el uso de ivermectina en el ganado.

Los beneficios del PPP Bolivia son múltiples: mejora la gestión ambiental y social del territorio, genera valor agregado a la producción, ayuda a resolver conflictos socioambientales, promueve el acceso al conocimiento e innovación, mejora las oportunidades de financiamiento nacional e internacional, y colabora con los procesos de certificación exigidos por los mercados globales.

El programa PPP Bolivia no solo aporta al desarrollo económico sostenible del país, sino que redefine el papel del sector privado en la conservación ambiental. En tiempos donde el cambio climático y la deforestación exigen respuestas urgentes, esta propuesta demuestra que otra forma de producir es posible. Y que, lejos de ser un freno al desarrollo, cuidar el bosque puede ser también una estrategia económica inteligente.

 

 


eldeber.com.bo